martes, 23 de febrero de 2010

Divagando que algo queda.

Hoy me voy a permitir divagar. Convertir pensamientos en palabras quizás sin sentido, y palabras con sentido en pensamientos, recuerdos, y porqué no, olvidos.
¿Es el olvido el baúl de las penas? ¿Guardamos todo el pasado en nuestros recuerdos? Dicen que la memoria es selectiva y que olvida todo aquello que no nos es útil.
Y yo me pregunto. ¿Para que sirve el amor perdido? ¿Y porqué está tan presente?
¿Porqué no te olvido? ¿Y porqué te haces presente siendo pasado? Te presentas en mi vida en formas infinitas, de canción, de fotografía, de beso y de abrazo, e incluso de puerta, si, de puerta. Esa puerta que sin cerrar nunca, dejas abierta, para que entre el oxígeno a mi alma, que como buen combustible, mantenga la llama. Esa llama que asfixias con tus palabras. Palabras vácuas y triviales que disfrazan de amistad lo que no es siquiera cariño. Ese egoísmo con piel de cariño, que engañó tantas veces a los pastores. Pastores que se dejaron engañar hasta que se quedaron sin los besos de tus labios, y entonces ya fue tarde. Tarde para huir, tarde para abrazarte, porque te desvanecías entre los dedos de mis recuerdos. Recuerdos, recuerdos recurrentes hasta el infinito, que convierten el sueño en pesadilla, y hace que deseemos el despertar libertario, que alivie nuestra alma y nuestra vida.
Alivio, el alivio del que despierta sabiendo que todo fue un sueño, que con seguridad esos recuerdos no son reales y que no pueden hacerle daño. Pero, entonces, una vez despierto, ¿Quien nos despierta de nuevo?

No hay comentarios:

Publicar un comentario