viernes, 7 de enero de 2011

Vivan los Reyes, pero solo los Magos.

Como buen republicano, nunca me gustaron los reyes, sobre todo si lo son por la fuerza, por voluntad divina o por razón de sangre, y menos si tienen una vida de lujo a costa del pueblo. Aunque esta animadversión se vuelve cariño con los Reyes Magos, si bien, estos, solo son reyes en la tradición española, pues en su nombre ingles “Wise Men”, se les considera sabios. Algo que me seduce mucho mas.
Como decía, estos son los únicos reyes que me gustan y es que la opción republicana pasa por una mezcla de San Nicolás, mitología nórdica y márquetin de coca cola, si, aunque no lo creáis, Santa Claus tiene mucho de coca cola, mucho más de lo que pensamos.
Y aunque como buen Andaluz, no debería importarme la llegada de nuevos colonizadores culturales, pues eso enriquece las tradiciones si se es capaz de asimilarlas sin perder las antiguas, este tipo me parece el abuelo perfecto, tan perfecto, que todos diríamos que está fingiendo ser quien no es.
Y la mas importante razón, por la que defenderé a capa y espada a nuestros Reyes Magos son las vacaciones navideñas. Cuando Santa Claus llegue a imponerse, y lo hará, a nuestros queridos Reyes, me entristeceré dos veces, la primera por la perdida de diversidad cultural y la segunda por la perdida de nuestras vacaciones. Y creedme, se de lo que hablo. Estoy escribiendo este post, después de trabajar tooooooooda la semana, incluido hoy, le Epifanía del Señor, (y eso que estoy en un cole católico).Y lo mas duro es que nadie sabe que es eso que echo de menos.
Ayer me asome un par de veces a la terraza y a mi ventana y mi terraza queriendo ver a los niños esperar la Cabalgata de Reyes y a la gente pelear por coger caramelos. Por supuesto no conseguí verlos.
Aun así no me resistí a no poder coger caramelos la noche de Reyes y por eso me fui al supermercado y compre caramelos. Como mi compañera no había llegado, abrí las bolsas y arroje caramelos al aire para recogerlos con avidez, como si tuviera competencia. Cuando llegó mi compañera repetimos la acción, y nos reímos un montón.
Por la noche, dejamos los zapatos junto la chimenea, porque si los hubiéramos dejado en la terraza, por la mañana habría que haber metido los zapatos en el microondas, y ¡sorpresa! Vinieron los Reyes Magos. ¿Quién se atreve a decir ahora que no existen? Llegaron a Canadá y sin haberles escrito la carta. ¿Puede decir Santa Claus lo mismo? Mientras estuve yo en España, no dio señales de vida.
Gracias a Melchor, Gaspar y Baltasar por mantener la inocencia de todos año tras año.

2 comentarios:

  1. ...Luis, pero no has dicho qué te han echado los Wise Men... ¿lo mismo que en España o se han adaptado también al entorno?

    Ale

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  2. Bueno. Han estado en su linea. Geniales.

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